Editorial: De entrada antes de escribir estas líneas quiero desvelar que soy del 1958, quede claro que no he nacido ayer y he sobrepasado los 62 años, muchos dirán que estoy obsoleto, que he caducado. Cuando llegué comenzaba el mundo a conocerse como es hoy. En los últimos 50 años ha habido el gran cambio, incluido en valores, este que en varias décadas ha terminado por encerrarnos a todos dos meses en nuestros domicilios, lo que está pasando ha significado una sorpresa mayúscula. Los anteriores siglos fueron digiriendo cada una de las novedades e inventos. En medio siglo hemos pasado de ir en burro a visitar la luna de fin de semana.

Desde los años setenta a nuestros días ha dado el planeta más vueltas en idiosincrasia, cambios y vanguardia que los últimos 200 siglos juntos. Las personas más mayores de nuestra época han sufrido tal vértigo por la denominada frenética evolución que piensan que quienes habitan el mundo son extraterrestres. Normal, es el progreso. Lo que antes se disfrutaba en todo un año, ahora se digiere y se consume en unas cortas vacaciones. Cada etapa existencial tiene sus protagonistas, sus sombras y luces, así ha sido desde remotos tiempos. Ni es peor ni es mejor, es la vida y son etapas y circunstancias.

No seré yo quien le diga a nadie como tiene que vivir su tiempo, y mucho menos lo que está bien o mal. La subjetividad, las circunstancias, marcan a veces nuestra trayectoria. Vivir para ver decía mi abuelo cuando algo lo dejaba aturdido, descolocado. Cada acción tiene su justificación. No son épocas de lecciones. Estamos todos igualados por un virus asesino que amenaza nuestra especie. A veces consejos vendo y para mi no tengo. Creía cuando llegó este maldito virus que la dirección de todos iba con igual brújula, no es así, cada uno entiende el interés general a su manera.

Porque hago esta amplia exposición para dar mi modesta opinión hoy. Porque estoy triste, desolado, molesto. Ayer salieron a la calle después de muchas semanas de estar encerrados en casa más de 6 millones de niños y niñas. Según las autoridades, salvo con escasas excepciones, todo fue bien, maravilloso, sobre todo en municipios pequeños y en ciudades de poca dimensión y población. Los pequeños hacen casi siempre lo que les dicen los padres y madres, lo han demostrado en el confinamiento, ellos/as son protagonistas invitados, nada que decir de las especiales criaturas comenzando a descubrir el mundo.

Lo que me ha sorprendido en las imágenes de mi enfado es que esos progenitores que tienen hijos/as y trabajan y se esmeran para dejarles un futuro mejor, supongo, vete tu a saber porque se tiene descendencia en la actualidad, fueron los que ayer se pasaron por las narices los protocolos de sanidad. Hasta tal extremo que muchas parejas salieron a pasear ellos dos y el niño les acompañó como actor secundario. Luego se juntaron con otros amigos y amigas en una mañana y tarde maravillosa, soleada, y seca, donde apetecía todo menos quedarse en casa y vigilar al pequeño. Esas parejas, esos padres y madres lo de la hora por la mañana o por la tarde se lo saltaron a la torera.

Los niños hicieron lo que toca, vivir, jugar, disfrutar, reír, gritar. Es su tiempo, solo faltaría. Muchos padres, sobre todo jóvenes, sin embargo no atendieron como deben al tema del virus. Después de 45 encerrados, en un solo suspiro se olvidaron de todo. Los más de 23.000 muertos oficiales y otras tantos sin contar. Las penurias y contagios de los sanitarios, los sufrimientos de lo denominados primera línea. Las órdenes y recomendaciones de sanidad, los protocolos, el interés general. Todo lo que queda por vencer a un enemigo muy traidor, letal. Hasta algunos quedaron en sitios intermedios para saludar a sus mayores.

Que habrá un repunte de contagios desde ayer hasta los próximos días, que nadie lo dude. Que todo se acentuará el próximo 2 de mayo cuando salgamos todos, es una evidencia segura. Que vamos a la desaparición de nuestra raza, nos lo estamos ganando a pulso. Que será más largo el coronavirus aquí que en otros países más sabios y precavidos, una certeza. Somos así, alguien esperaba cambios en dos meses. Diré que el Gobierno que no conoce a sus ciudadanos no merece tener pueblo que le siga y le escuche. Rafael Gabaldón San Miguel.