He madrugado, quiero analizar las cosas buenas del mal tiempo.
Editorial: Prima el interés general de todos ante el COVID-19 un cuarto rebrote ahora no lo soporta ni el más paciente del Archipiélago
Mallorca es el paraíso de los poetas, ese Parnaso prometido por las escrituras humanas. Que decir cuando una tierra tan especial se convierte en un secano existencial, en una garriga de zarzas.
AGENCIA MANACORNOTICIAS 19/03/2021 - 07:04:27
Nunca daría un consejo personal a nadie sentando cátedra, tan solo una humilde opinión fruto de la información que me llega. Malos tiempos para dejar de lado el interés general. Si bajamos la guardia volverán

Editorial: Ha salido un día muy triste y ayer también y mañana y pasado veremos, antipáticos. En Mallorca nos gusta que el Sol y los días luminosos, te acaricien con todo su resplandor. Empeñados los hombres y mujeres del tiempo que vuelve de nuevo el frío, una tormenta de 48 horas. Debemos sacrificarnos la Madre Naturaleza está por encima de todo, ella sabe que necesitamos llenar nuestras cisternas y darle agua a los árboles y vegetación y ha elegido este raro marzo para sus menesteres. Pero sin la luz de la Mallorca luminosa y azul es difícil volver a la sonrisa. Siguen humeando todavía las chimeneas mezcladas con el olor de las flores de los almendros y frutales.

Vivía en la Rioja, esa maravillosa tierra de mejor gastronomía y vino, compañerismo y cuadrillas, peñas y risas interminables. En los Cameros y en Rioja Alavesa había días especiales de luz blanca con sabor a pan recién hecho. Tienen muchas cosas que la hace acogedora y querida, inmensa. Pero la luz del Mediterráneo es el nacimiento de los sentimientos, el pequeño riachuelo que entra en tu alma e inunda tus esencias más profundas. Sin esta luz se apodera de nosotros la melancolía, la tristeza. Se revuelve la pereza dentro de nosotros. La luz del Sol de Mallorca no solo es vida, es la expresión de una tierra entera, su idiosincrasia, la sonrisa permanente. Hola Sol, sube el tono de tu luz y aparta esas molestas nubes, no puedo respirar.

Hemos perdido 750 compatriotas del archipiélago, ese virus no es una hermanita de la caridad. Tiene las garras afiladas. Es hora de decir basta a la insensatez. Ha sido un año muy doloroso.

He madrugado, quiero analizar las cosas buenas del mal tiempo. Las borrascas en ocasiones nos dejan equilibrados nuestros recursos hídricos. Si llueve poco a poco todo es más bonito, sabes que entra con educación hacía la roca madre y el subsuelo. Si cae a cantaros nos llena de lágrimas los ojos como ocurrió en Manacor y Portocolom y más recientemente en mi querida Sant Llorenç. Donde perdí compatriotas que eran felices y si más dijeron hola a la eternidad. Hace un día gris y el cuerpo entona una pereza desconocida, autónoma. Sale el Sol y todas las constantes vitales vuelven por sus fueros, se acaricia la vida, se abraza el segundero. Las piernas andan solas y las ilusiones se agolpan en nuestro cerebro. Somos Sol, luz y ausencia de meseta.

Nunca daría un consejo personal a nadie sentando cátedra, tan solo una humilde opinión fruto de la información que me llega. Malos tiempos para dejar de lado el interés general. Si bajamos la guardia volverán los cielos oscuros y densos, la prohibición de movilidad, el trauma de los robados abrazos, el beso al aire. Las colas en los bancos de alimentos, la actividad en Cruz Roja, Cáritas, Llevant en Marxa, los servicios sociales, las cadenas humanas solidarias. Me informan que hay un ínfimo repunte, pero que asoma la cabeza con cuchillos afilados del virus en versión africana, brasileña. Rebrotes muy activos como la versión inglesa. Lo hemos pasado muy mal, rematadamente angustiados, es el momento de la verdad, no seamos burros/as. Y a los incívicos tolerancia cero y cordón sanitario y si es preciso unos días a la sombra.

Mallorca es el paraíso de los poetas, ese Parnaso prometido por las escrituras humanas. Que decir cuando una tierra tan especial se convierte en un secano existencial, en una garriga de zarzas. Dejemos los momentos amargos para otras latitudes y sepamos a que nos enfrentamos y cuales son nuestras tácticas óptimas. Somos descendientes de los honderos, supieron defenderse de peligros mayores. Nuestra supervivencia pasa por templar nervios tan solo dos meses y luego llegarán los beneficios. Hemos salido a la calle atropelladamente, sin freno, sin sentido común. Así no veremos el Sol y su calor con la seguridad que te da una nómina. Resistir si, pero firme con la realidad.

Ya se que soy un pesado. Que no conozco todas las letras del abecedario, que los sinónimos deben emplearse más para no repetir expresiones. Que lo que yo os digo en un amplio folio puede reducirse en la mitad y decir lo mismo. Se de cerca mis limitaciones. Pero una persona que hace lo que puede y sabe, tampoco es para darle una tanda de latigazos. Estoy feliz en Mallorca, me encantan demasiadas cosas para perderlas. El COVID-19 no se ha ido, lo hemos arrinconado y prisionero está atado, a la espera de la vacuna. Pero si esta no llega puede asaltarnos de nuevo. Hemos perdido 750 compatriotas del archipiélago, ese virus no es una hermanita de la caridad. Tiene las garras afiladas. Es hora de decir basta a la insensatez. Ha sido un año muy doloroso.

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