Editorial: Tengo la sensación que la plaga del virus está llegando a su final. Presiento que falta muy poco para volver a la conocida normalidad. Seguramente, 14 meses después del completo cierre no seamos los mismos. Pero observo con optimismo como vamos ganando movilidad e incluso vuelve la cercanía que nos robaron. Dice el presidente de EEUU que necesita saber en profundidad lo que pasó en China y que no descansará hasta lograrlo. Los 200 jefes de esa nación que supera los 1.300 millones de personas y se ha convertido en la primera potencia del mundo, deben rendir cuentas sin más demoras. Debe imperar el espíritu de la justicia.

Se han quedado por el camino en esta España de Pepe Gotera y Otilio y los Reinos de Taifas, la friolera de 135.000 compatriotas. Versión oficial de quienes cuentan sin subjetividad ni mentiras. Hay miles de enfermos con secuelas, no se atendió a millones de personas como era preceptivo mientras duró la pandemia, se han arruinado decenas de miles de familias, han perdido la ilusiones según los psiquiatras el 20% de la población, sin ilusión no hay amanecer ni canción que emocione. El daño ha sido muy grande y ahora que está pasando es el momento de pedir responsabilidades.

Muchos no entienden que criterios se han seguido para dejar atrás y a la intemperie a colectivos completos. Tampoco comprenden porque al costado de las inversiones urgentes no ha habido concursos serios para adjudicar las compras y proyectos. Desde el Gobierno Nacional, pasando por los Reinos de Taifas y terminando por los Ayuntamientos se han gastado cantidades ingentes que nunca podremos pagar, por los siglos, y sin embargo todavía esperamos que se presenten las cuentas como corresponde en gastos extras que han salido de los impuestos, en definitiva de nuestros bolsillos.

Mientras había ERTE, quiebras, suspensión de pagos, colas del hambre. Las administraciones públicas han seguido engordando el gasto político y el de los funcionarios, hasta alturas inalcanzables. Que no piensen que nos hemos olvidado, está todo apuntado. Habrá un momento que todo se calme y cuando llegue la auténtica normalidad habrá que aclarar todo lo que se ha hecho mientras estábamos atados de pies y manos encerrados en casa. Pero sonando el timbre de la entidad financiera recordando que llegaban los impuestos en su integridad, algunos aumentados. Es muy bonita la poesía, pero es una injusticia tenerla que practicar rodeada de cadáveres.

Amigos y compañeras que tengo por estas latitudes me han aconsejado que baje la acidez de mis editoriales. Por supuesto que no digo ni la mitad de la mitad, soy un optimista convencido y una persona que abandonó hace muchos años el rencor. Pero a medida que vamos dejando el barco que sufrió la mayor tempestad nunca antes conocida, convendrán conmigo que han pasado muchas cosas, algunas muy feas y cimentar la futura sociedad con este suelo pueden ser arenas movedizas que no aguantarán tan fácil estructuras de altura. El país de los ventajistas, pillos y aprovechados se ha puesto de manifiesto más que nunca.

Por supuesto que China y sus satélites, fondos económicos, mafias, y multinacionales, deben indemnizar la millonaria factura por querer terminar con la Democracia. Pero quienes han aprovechado la estela y el viento también habrá que ponerlos ante el espejo y aplicarles los tribunales continentales. Basta de entretenimiento fácil y Televisiones compradas. Toca el momento de conectarse de nuevo al país que eramos y mirar 14 meses atrás con orgullo y autocrítica. Que 2.000 personas tengan en su poder el 90% de la riqueza del mundo se me antoja muy sucio, impresentable, sórdido, obsceno, por ser educado y elegante. Ya está bien de tanto miramiento, o ejercen bien el poder siempre en beneficio del interés general o hay que romper la baraja cuanto antes, huele a cadenas muy sólidas si dejamos hacer a quienes han tomado el mando. Seguro que nos preparan otra peor pandemia.