Editorial: Me piden que haga alguna reflexión sobre la subida de la factura del recibo de la luz, y alguna opinión de la la falta de asistencia a los enfermos ordinarios y crónicos desde que llegó el Coronavirus. Difícil me lo pintan, no soy un experto de temas profesionales o científicos. A bote pronto y en visión de un neófito que intenta informarse cada día, diré, que me gustaría conocer los consejos de administración de las empresas eléctricas y cuantos políticos, sindicalistas, asesores influyentes, lo integran. No se pone el cascabel al gato, porque los partidos mayoritarios del PP y el PSOE y sus muletas nacionalistas de Cataluña y País Vasco están sumergidos hasta la médula y el ADN en esos negocios impresentables. Los Reinos de Taifas y su esplendor. Paga tonto.

Con respecto a la Sanidad, me han llegado numerosos correos de personas que lamentan la deficiente atención sanitaria desde la COVID-19 y el completo protagonismo de esta que arrasa con todo en la prioridad infinita. Problemas de especialistas, pruebas, tratamientos, se han dejado para más tarde. Operaciones previstas suspendidas. Falta de atención médica en las Residencias, esas personas están en la Seguridad Social como todo el mundo y carecen de médico de cabecera como toca y necesitan. Consultas telefónicas a montones en los ambulatorios y centros de salud, PACS. No digamos de las consultas de rigor ordinarias para detectar enfermedades y evitar males mayores porque se hace a tiempo. Un desastre, según lo que me cuentan. Es hora de que bajen los contagios y volvamos a la normalidad, porque de lo contrario habrá más bajas y muertes por desatención, que por COVID-19.

Por otra parte y según el informe de los expertos, nos hemos cargado el Planeta Tierra en tan solo 100 años, un simple siglo. Somos voraces e irresponsables, decía un doctor opinando sobre el cambio climático. Otra experta que he escuchado en las últimas 48 horas aseguraba que según la ONU el Mediterráneo está herido de muerte y es irreversible su defunción. Se ha liado gorda, la Tierra existe desde hace millones de años, en perfecto equilibrio, sin embargo la industrialización y la calidad de vida pretendida la ha llevado a su propio autosuicidio. Se están deshelando los polos, se queman los mejores parajes y pulmones verdes del ecosistema y sin embargo cada día subimos al cielo la contaminación. Los Gobiernos ignoran las advertencias, por eso debemos ser nosotros a título individual quienes hagamos posible que todo se ralentice.

Ola de calor hasta las cejas, consejos para no ponerse enfermo, buscar el bienestar dentro del sudor y los cuerpos pegajosos. Noches de vigilia. Nosotros tenemos la brisa marina en la Mallorca maravillosa y amortigua un poco la desazón. Además todo el mundo puede acercarse a las playas y calas y permanecer en ellas hasta el hartazgo. Supongo que lo vemos con menos susto. El que más o el que menos tiene un ventilador y una sombra que lo cobije. Somos afortunados, por eso la roqueta hay que cuidarla y que nos dure muchos años. Hoy he pasado por Cala Morlanda (impresionante, bonita, maravillosa, celestial) cuando me dirigía a S'Illot (comienzan el viernes sus fiestas de la Virgen). Dice la publicidad como en S'Illot en ninguna parte, doy fe, su brisa permanente te aleja de freírte durante las olas de calor.

Mientras escribo esta editorial escucho un disco que me regaló una amiga cuando estuve convaleciente de una grave enfermedad del hígado. Estoy sorprendido de las diferentes personalidades y músicas, la lejanía entre autores. Lo escucho con todo el cariño del mundo, es impresionante los cambios, parece una noria, voy de Roberto Carlos hacía ABBA, de Pablo Milanes y su Yolanda hacía Leonard Cohen. De Diego el Cigala a José Feliciano. De Juan Luís Guerra a Facundo Cabral. De los Panchos a Mercedes Sosa. De Julio Iglesias a Pasión Vega. Me quedo asombrado. Finaliza el disco recopilatorio con Joan Manuel Serrat y Ana Belén. De donde lo habrá sacado, quién lo ha editado. Una pasada divertida e increíble. Gracias amiga, me ayudó mucho tus optimistas mensajes. Un abrazo. Por Rafael Gabaldón San Miguel.